Confusiones mínimas, pequeñas, enanas.

Los viajes, son viajes, sean físicos, astrales, imaginarios o simbólicos, siempre nos dejan algo, una lembranza, un pequeño detalle que nos recuerda la experiencia vivida, y esta perfecto, no tengo ningún problema con que la gente quiera llevarse un poco de lo que vivió, sólo no esperaba ser yo ese pequeño detalle. Mi nombre es  Yordi, soy un enano víctima de una confusión, y está es mi historia:

Viernes 10:30pm.

Como es costumbre estaba en la plaza de Villa de Leyva tomándome unos tragos, recuerdo estar un poco deprimido ya que no pude obtener un empleo debido a un par de centímetros, no alcanzaba a tocar la campana para la hora loca en un bar temático, al día siguiente tenía que madrugar para una entrevista en un nuevo restaurante llamado la gran olla, solo esperaba no terminar en la olla.

Sábado 4am.

Lucas, Mateo, Juan y Jesús viajan camino a Villa de Leyva, estudian arte y una semana antes de la entrega, salen en búsqueda de inspiración, esperan obtenerla a través de esas clásicas pizzas de «champiñones»que los lleva a ver las cosas a colores intensos, formas vivas y sonidos vibrantes.

Yordi- salí a ordeñar mi única cabra, calenté un poquito de leche, me senté a ver amanecer, hace mucho no madrugaba tanto, pero es que mi cabeza no paraba de dar vueltas, me sentía incomodo, no estaba del todo bien, no quería terminar en la olla.

Sábado 11:11 am.

Esperaba a mi entrevistador, el cual llego con una bolsa negra, tomo asiento, me hablo del trabajo: payaso de restaurante, responsable del ingreso de los clientes en la puerta, tenía que usar el megáfono, sólo pensé en mi única cabra, que estaba tan flaca, tan pálida, que no tuve reparo en aceptar el trabajo, me dieron el uniforme, tan clichesudo; un enano disfrazado de duende.

Lucas, Mateo, Juan y Jesús terminaban de desayunar, salían hacía la periquera detrás de la musa de su inspiración, tras unas horas de recolección, volvían

Sábado 5pm.

Salí con mi paga y la satisfacción del deber cumplido, no fue tan duro como pensaba, los niños me miraban con gracia y los papas con empatía, mi cabra, mi cabra, mi cabra, las cosas cambiarán, recuerdo creer que había encontrado mi lugar en el mundo al verme reflejado con mi disfraz en una ventana, de repente en el reflejo vi un movimiento rápido hacía mi costado izquierdo, sentí una fuerte sacudida.

Lucas le pedía a Jesús que convirtiera el agua en vino en su viaje alucinógeno, Mateo se quedo reflexivo y seguro de no querer moverse, ya que si lo hacía se regaría, afirmaba ser un jugo de naranja, y Juan se distanciaba y se distanciaba del grupo con una idea en mente que lo agobiaba: plata para el próximo semestre.

Una semana después (aprox).

Recuerdo estar detrás de lo que parecía la puerta de un armario, por las rendijas me pasaban lonchas de queso, jamón y pedazos de pan,  una voz fatigada, asmática o filtrada con efectos de dark vader me exigía la ruta para llegar a la gran olla, en es instante me arrepentí de haber aceptado el trabajo, las instrucciones que daba eran inútiles, inaceptadas, no entendía nada de lo que sucedida, no podía ir al baño, se suponía que no tenia ese tipo de necesidades, sentía mucha incomodidad, no dejaba de pensar en mi cabra, era lo que me daba fuerzas para continuar, sonó el timbre, oí discusiones, volvió a sonar el timbre, más discusiones, abrieron, la luz me cegó.

Hoy.

Estoy dandole un nuevo tratamiento alimenticio a mi cabra, mientras los contratistas arreglan mi casa, me asomo a la reja y tomo el periódico que dice en primera plana                 » Generosa indemnización gana un enano en Villa de Leyva tras ser confundido con un duende por su secuestrador».

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